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La Red de Estudiantes Colombianos en el Exterior como instrumento de construcción social


Un Analisis
por Manuel Eduardo Góngora Mera
Aufbaustudium Internationale Wirtschafts- und Entwicklungspolitik
Friedrich-Alexander Universität Erlangen-Nürnberg
Alemania.

Imagine un país en donde el proceso de consolidación del Estado y las instituciones está inconcluso, las élites políticas son corruptas y diversos grupos privados compiten contra el monopolio de la fuerza estatal en la búsqueda del control del potencial de riqueza nacional. Suponga que el Estado combate a estos grupos y que estos grupos combaten entre sí; en el proceso se desatan guerras sucias y desapariciones, desplazamientos forzados, masacres y otras graves violaciones a los derechos humanos; se ataca a la población civil y se emplea el terrorismo; surgen señores de la guerra con control territorial y económico de amplias zonas; intereses económicos y la influencia de actores externos alimentan el conflicto, cuyo comienzo se puede fijar vagamente con algún acontecimiento simbólico, y cuyo final no se puede vislumbrar en el corto o mediano plazo. No hay un principio de concentración como el modelo de guerra tradicional, sino el de aplicación de la fuerza con diferente intensidad y en diferentes tiempos y lugares, evitando una confrontación directa, una “batalla final” que lo defina todo.

Suponga además que las instituciones democráticas del país deciden invertir millones de dólares anuales en educación, aumentar la asistencia escolar a través de programas de transferencias condicionadas en efectivo (TCE) canceladas a las madres de familia que lleven a sus hijos a las escuelas, establecer programas de almuerzos escolares para generar mejoras en el estado nutricional de los niños y reduce año tras año el porcentaje de niños en edad escolar por fuera del sistema educativo. Luego de este esfuerzo, que si bien insuficiente es notable considerando el nivel de desarrollo del país, un porcentaje importante de quienes logran completar el ciclo académico secundario y terciario deciden irse del país. Las razones pueden ser múltiples: solicitud de asilo o hastío por la guerra, falta de oportunidades laborales, búsqueda de nuevos horizontes personales, deseos de completar estudios superiores, etc. En todo caso, lo que cuenta es que un porcentaje importante de la gente más cualificada del país se encuentra en el exterior y no parece encontrar opciones de regreso debido a la guerra, la inseguridad, el desempleo y la inestabilidad política, entre otros factores.

El país descrito hasta el primer párrafo puede tener varios nombres: Angola, Sudán, Somalia, Afganistán. Duele sin embargo admitir que Colombia encaja mucho mejor cuando se une al segundo párrafo, teniendo en cuenta que se trata de un Estado que a través de procedimientos democráticos se ha empeñado en construir el capital humano que se necesita para superar el conflicto armado y el subdesarrollo. Con todo, la fuga de cerebros es un problema común en otros países –independientemente de la existencia de un conflicto interno– que beneficia paradójicamente a naciones abundantes en recursos humanos cualificados. Un estudio de los años ochenta calculaba que Estados Unidos recibía algo más de 10 mil millones de dólares anuales en “ayuda para el desarrollo” a través de la fuga de cerebros. Esta cifra se deriva de sumar los costos que asumieron los países en desarrollo para alimentar, educar y garantizar la salud de aquellos que terminaron emigrando hacia Estados Unidos. Por supuesto, si la cifra se ha mantenido constante, 10 mil millones de la época indexados a la fecha representan un valor muy superior. Es el mundo al revés: los países pobres y en guerra, que necesitan capital humano para superar ambos problemas, terminan transfiriéndolo a los países industrializados.


En este contexto, es evidente que se requieren mecanismos que permitan a los colombianos en el exterior mantener vivos sus lazos con el país. La familia representa un poderoso imán –que se ve reflejado en la creciente importancia de las remesas-, pero no es suficiente, sobre todo cuando algunos de los factores mencionados anteriormente representen obstáculo insuperable para el retorno. Aquí es donde Internet juega un papel revolucionario. Lo que estamos presenciando a través de las redes y comunidades de colombianos en el exterior es un extraordinario proceso de acercamiento y de fomento de las relaciones sociales.

Hasta hace unos años, el colombiano en el exterior muchas veces tenía que romper lazos con Colombia si se instalaba en una ciudad donde carecía de contactos con otros compatriotas. Por supuesto, una cosa es establecerse en Queens y otra muy distinta en Chiang Mai. Pero en términos generales, eran pocas las ocasiones en que el colombiano tenía un contacto real con su comunidad de origen: la celebración del 20 de julio, alguna novena de navidad en casa de los amigos latinos, una charla sobre Colombia en su universidad. Hoy en día, para que una colombiana en Santiago de Chile se contacte con un colombiano en la ciudad australiana de Perth basta con hacer parte de la Red de Estudiantes Colombianos en el Exterior. Es lo que se ha denominado “glocalización”: la posibilidad de estar presente gobalmente. Las posibilidades son infinitas: desde programar viajes de turismo hasta resolver dudas sobre decisiones vitales, v. gr. procedimientos de aceptación en una universidad, trámites de visas y oportunidades de empleo, pasando por el intercambio de ideas en diversas áreas y la construcción colectiva de conocimiento.

Esta lectura del efecto de Internet en la creación de redes sociales está demostrado por evidencia empírica. En “The Strenth of Internet Ties”, un estudio del Pew Internet Project (http://www.pewinternet.org/pdfs/PIP_Internet_ties.pdf), se ha probado que Internet refuerza los lazos sociales, lo que contradice la imagen clásica de Internet como generador de aislamiento individual. El estudio afirma que la orientación humana tradicional hacia los grupos basados en la vecindad y la localidad se está moviendo hacia redes sociales geográficamente dispersas. Con ello, los individuos amplían su círculo social (cuyo núcleo es familiar y vecinal) con un número sustancial de amigos y contactos en distintos puntos del planeta. Esto ha dado base a lo que Barry Wellman ha llamado “networked individualism”: más que confiar en una sola comunidad para satisfacer las necesidades de capital social, los individuos buscan a menudo una variedad muy amplia de personas y recursos apropiados según situaciones específicas.


Colombia puede beneficiarse ampliamente de propuestas como la Red de Estudiantes. He sido miembro de ella desde hace más de un año y he participado de diferentes maneras, primero pasiva y luego propositivamente, sobre todo cuando se han tratado problemas de la comunidad en el exterior, como fue el caso del debate virtual sobre el proyecto de ley para fomentar el retorno a Colombia. La Red es un espacio plural, democrático y descentralizado, en el que migrantes temporales o permanentes del país se congregan de manera abierta e igualitaria y se apoyan recíprocamente. Hay quienes sólo leen los correos relativos a becas u oportunidades laborales, como también hay quienes no dejan de consultar a diario la red y opinar sobre los debates –a veces muy polémicos– que se desarrollan en ella. En todo caso, lo importante no es tanto el aporte activo como la potencialidad de interacción en sí. He visto el aumento progresivo de sus miembros, lo que muestra que los estudiantes en el exterior han pasado la voz o que algunos han descubierto por sí mismos un espacio de comunicación que ofrece un contacto directo con personas en una situación semejante, o con una experiencia o conocimiento especial que puede resultar extremadamente útil a la hora de tomar decisiones fundamentales. Aparte de ello, está la producción de conocimiento. Se trata de poner a pensar a los cerebros fugados acerca de cómo resolver los problemas de Colombia. Eso genera un sentido de pertenencia por el país a pesar de la distancia y refuerza la vocación de servicio a través del trabajo individual. Esto puede indicar que el país no pierde todo el capital humano que emigra: todo depende del conocimiento y la promoción de mecanismos para que estos colombianos puedan participar en la construcción de un país en paz y que puedan hacer su aporte al desarrollo.

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1 Comments:

At 1:26 a. m., Anonymous Anónimo said...

Hola Manuel, el analisis de los TIC, frente a la comunicación es muy positivo, es importante recordad, que la afectividad debe imponerse sobre la lejania espero verte pronto en colombia. Isabel Cristina Espinosa.

 

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